Historia de los jabones y detergentes
El jabón ha sido conocido desde culturas antiguas que lo usaban tanto para el aseo corporal como para la ropa. Lo hacían con agua, grasas vegetales o animales y cenizas vegetales o sustancias minerales como la soda cáustica. El proceso químico de obtención de un jabón se denomina saponificación de una grasa o de un aceite, de ahí que con grasas y cenizas podían obtenerse antiguamente los jabones.
Hasta el siglo XV, uno de los principales núcleos de vida social en las ciudades eran los baños públicos. Después, estos fueron considerados inmorales y el jabón pasó a ser algo a evitar. Se vestía la misma ropa durante semanas y los malos olores se tapaban con perfumes. No se volvió a apreciar el jabón hasta entrado el siglo XVIII, cuando los médicos se dieron cuenta de la importancia de la higiene para la salud. Por otro lado, la industrialización y las importaciones de grasas baratas de las colonias facilitaron la fabricación de jabones a gran escala.
En 1907 una compañía alemana fabricó el primer detergente (en latín, detergente quiere decir limpiar) al añadirle al jabón tradicional perborato sódico, silicato sódico y carbonato sódico.
A partir de 1930 se empezaron a sintetizar sustancias detergentes derivadas del petróleo. Después se descubrieron otros ingredientes que, añadidos a las sustancias detergentes, daban al conjunto una mayor capacidad limpiadora. Hoy, cuando decimos detergente, nos referimos a todo el conjunto: jabones y detergentes, aunque la diferencia entre jabón y detergente es amplia. En términos ambientales podemos decir que los jabones son en su mayoría biodegradables, desde el principio, debido a la materia grasa constitutiva y los aditivos caseros que se empleaban, los detergentes desde su inicio fueron resistentes a la biodegradación al ser principalmente derivados de compuestos del petróleo.
Desde los años 60s del siglo XX los detergentes han sido cuestionados debido a su resistencia a la bio - degradación y, por ende, a su permanencia en el ambiente acuático. Durante los años 60 y 70 se empleaba en su composición un compuesto fosforado que suponía entre el 60 y 65% en peso del producto. Canadá fue el primer país que incorporó a su legislación un límite del 2,2% en la proporción de fósforo y en la actualidad algunos países prohíben los detergentes con más de 0,5% de fósforo